En el ámbito de la educación infantil ha existido, en los últimos tiempos, una corriente generalizada de opinión según la cual la información que debía darse a los padres de los niños de estas edades debía ser verbal. Este argumento partía de la idea de que los niños en estas edades evolucionan y cambian; están en un continuo proceso de aprendizaje y maduración, por lo que la información por escrito podría suponer dejar por sentadas y, de alguna forma, definitivas, algunas cuestiones o aspectos del desarrollo susceptibles de cambios rápidos.