Las bibliotecas escolares todavía siguen buscando su camino, su lugar en el mundo, en la escuela. Se debaten entre la paradoja de verse avaladas por las recomendaciones de organismos internacionales y las leyes de nuestro país, y la invisibilidad de la figura del bibliotecario escolar o la falta de presupuestos destinados al servicio. En consecuencia, si no hay biblioteca, la escuela sufre.