Muchos de nosotros hemos crecido creyendo que expresar las emociones era un acto asociado a personas débiles o poco estables. Afortunadamente, años de estudio y experiencia nos han conducido hacia una concepción más global de la persona, que ha puesto de manifiesto que las emociones, no sólo forman parte intrínseca del ser humano, sino que la habilidad de conocerlas y expresarlas de manera sana y asertiva son señales de crecimiento y maduración.