Este artículo ofrece al lector reflexionar sobre la música y la poesia. Poner música a los poemas conocidos (quizá, mejor, poner otra música que la que puedan llevar estos poemas) es práctica que suele ser criticada, porque nos induce a lecturas erróneas, y se aduce el ejemplo citado, o tantos otros. Pero la música ayuda a pasar el poema, como el agua a la aspirina, y ayuda a memorizarlo, como la tonada a la tabla de multiplicar, y, aunque sólo sea por estos motivos espurios, algunos poemas se han hecho asombrosamente populares.