Los principios que justifican unas matemáticas para todos, y unas matemáticas que partan de la calle y de lo cotidiano se van haciendo cada vez más evidentes. Así, no debemos buscarlos en exigencias de las nuevas programaciones de leyes cercanas (como la LOGSE), o en informes extranjeros (léase el británico Cockroft o los Estándares americanos). Hay un conjunto de motivos confluyentes que coinciden con una nueva valoración de la propia matemática y que se desarrolla a continuación.