Al profesor de hoy cabe pedirle no solamente que posea una sólida preparación científica y técnica y una competencia profesional en el campo didáctico y pedagógico. Le es exigible también la capacidad para facilitar al alumno instrumentos y técnicas de trabajo, para favorecer los procesos de aprendizaje y ejercer la reflexión crítica sobre su propia práctica profesional, dando respuesta a los problemas que plantea la diversidad (de origen, medios, capacidades e intereses) que presentan los alumnos en la enseñanza obligatoria.