Introducción
La química forma parte de las ciencias naturales y contribuye a comprender mejor el funcionamiento del mundo que compartimos y a gestionarlo con responsabilidad. Si pensamos cómo se ha generado la ciencia química y su futuro en nuestra cultura, nos damos cuenta de que se empieza por hacer (intervenir en los fenómenos) reflexionando y que el lenguaje que se deriva de esta actividad no tiene sentido si lo separamos de ella. Este es el nudo de la cuestión, que abordaremos a través de algunas reflexiones, recogidas en este capítulo, en torno a la enseñanza de las ciencias y la química en las aulas de infantil y primaria.
El impulso lo da el agua
Una de las preguntas más relevantes y difíciles de responder cuando nos interesamos por el mundo natural es: ¿Por qué suceden unos cambios determinados y otros no? Podemos identificar, en la naturaleza, unas «diferencias» determinadas que provocan cambios «que van solos», que hacen que estas diferencias desaparezcan. Pero, muy a menudo, hace falta un impulso extra para que el cambio «se ponga en marcha» y las «diferencias» empiecen a actuar. Hablamos, pues, de «impulsos» que permitirán provocar transformaciones y buscar la manera de que no acaben, es decir, mantener la capacidad de cambio provocando otros, apelando al ingenio humano, que busca aprovechar bien los fenómenos. En este capítulo agruparemos los cambios en los que hemos trabajado según el impulso del agua.
El impulso lo da la diferencia de temperatura (el fuego o...)
Una de las preguntas más relevantes y difíciles de responder cuando nos interesamos por el mundo natural es: ¿Por qué suceden unos cambios determinados y otros no? Podemos identificar, en la naturaleza, unas «diferencias» determinadas que provocan cambios «que van solos», que hacen que estas diferencias desaparezcan. Pero, muy a menudo, hace falta un impulso extra para que el cambio «se ponga en marcha» y las «diferencias» empiecen a actuar. Hablamos, pues, de «impulsos» que permitirán provocar transformaciones y buscar la manera de que no acaben, es decir, mantener la capacidad de cambio provocando otros, apelando al ingenio humano, que busca aprovechar bien los fenómenos. En este capítulo agruparemos los cambios en los que hemos trabajado según el impulso del «fuego» (calentar) y la diferencia de temperatura.
El impulso lo da la electricidad
Una de las preguntas más relevantes y difíciles de responder cuando nos interesamos por el mundo natural es: ¿Por qué suceden unos cambios determinados y otros no? Podemos identificar, en la naturaleza, unas «diferencias» determinadas que provocan cambios «que van solos», que hacen que estas diferencias desaparezcan. Pero, muy a menudo, hace falta un impulso extra para que el cambio «se ponga en marcha» y las «diferencias» empiecen a actuar. Hablamos, pues, de «impulsos» que permitirán provocar transformaciones y buscar la manera de que no acaben, es decir, mantener la capacidad de cambio provocando otros, apelando al ingenio humano, que busca aprovechar bien los fenómenos. En este capítulo agruparemos los cambios en los que hemos trabajado según el impulso de la electricidad.
El impulso lo da el Sol, que a veces se alía con las células
Una de las preguntas más relevantes y difíciles de responder cuando nos interesamos por el mundo natural es: ¿Por qué suceden unos cambios determinados y otros no? Podemos identificar, en la naturaleza, unas «diferencias» determinadas que provocan cambios «que van solos», que hacen que estas diferencias desaparezcan. Pero, muy a menudo, hace falta un impulso extra para que el cambio «se ponga en marcha» y las «diferencias» empiecen a actuar. Hablamos, pues, de «impulsos» que permitirán provocar transformaciones y buscar la manera de que no acaben, es decir, mantener la capacidad de cambio provocando otros, apelando al ingenio humano, que busca aprovechar bien los fenómenos. En este capítulo agruparemos los cambios en los que hemos trabajado según el impulso del Sol.
El impulso lo dan las células
Una de las preguntas más relevantes y difíciles de responder cuando nos interesamos por el mundo natural es: ¿Por qué suceden unos cambios determinados y otros no? Podemos identificar, en la naturaleza, unas «diferencias» determinadas que provocan cambios «que van solos», que hacen que estas diferencias desaparezcan. Pero, muy a menudo, hace falta un impulso extra para que el cambio «se ponga en marcha» y las «diferencias» empiecen a actuar. Hablamos, pues, de «impulsos» que permitirán provocar transformaciones y buscar la manera de que no acaben, es decir, mantener la capacidad de cambio provocando otros, apelando al ingenio humano, que busca aprovechar bien los fenómenos. En este capítulo agruparemos los cambios en los que hemos trabajado según el impulso de las células.
Nosotros somos un impulso
Una de las preguntas más relevantes y difíciles de responder cuando nos interesamos por el mundo natural es: ¿Por qué suceden unos cambios determinados y otros no? Podemos identificar, en la naturaleza, unas «diferencias» determinadas que provocan cambios «que van solos», que hacen que estas diferencias desaparezcan. Pero, muy a menudo, hace falta un impulso extra para que el cambio «se ponga en marcha» y las «diferencias» empiecen a actuar. Hablamos, pues, de «impulsos» que permitirán provocar transformaciones y buscar la manera de que no acaben, es decir, mantener la capacidad de cambio provocando otros, apelando al ingenio humano, que busca aprovechar bien los fenómenos. En este capítulo agruparemos los cambios en los que hemos trabajado según el impulso de las acciones humanas que a veces se «descontrolan», como le pasa a Epaminondas.