La música crea comunidad

El prólogo presenta la obra como un conjunto de experiencias y reflexiones que muestran cómo la música, más allá de su dimensión artística, educa en valores y fomenta la cohesión social. Se destaca el papel de Alberto Cabedo en la coordinación y el enfoque humanista de los proyectos, que acercan la música a niños, jóvenes y comunidades. El texto subraya la importancia de la práctica musical como recurso de inclusión, identidad y acceso cultural, así como su capacidad para generar espacios de aprendizaje, creatividad y resolución de conflictos.

La introducción presenta la música no solo como fin estético, sino como herramienta de transformación social: promueve inclusión, acceso cultural y desarrollo personal mediante proyectos sociocomunitarios. Se subraya la práctica musical colectiva, los espacios no formales y la música comunitaria, en diálogo con marcos de ISME y Unesco. Se revisa la influencia —con luces y sombras— de El Sistema y se reclama investigación rigurosa y difusión de evidencias. El libro reúne ocho programas en España con metodologías diversas y cooperación entre proyectos.

El capítulo presenta Basket Beat como proyecto de arte comunitario que impulsa procesos personales, sociales y políticos mediante música en grupo con pelotas de baloncesto. Describe cuatro áreas: talleres regulares en contextos diversos, conciertos y orquesta, investigación-formación y el festival FAACCC. Su metodología articula pelota, pulso y grupo para reducir asimetrías, construir identidad colectiva y favorecer transferencia a la vida cotidiana, apoyada en pedagogías críticas, feministas y decoloniales. Reivindica la complejidad, la incomodidad y el pensamiento crítico como motores de cambio.

El capítulo presenta 4cordes como una artesanía educativa que usa el aprendizaje del violín y el violonchelo en primaria para transformar personas y contextos. La orquesta escolar actúa como motor creativo y de cohesión, fortaleciendo identidad, autoestima y éxito escolar. El proyecto se implanta una hora semanal con educoartistas y docencia coordinada, combinando creación, improvisación e interpretación. Se asienta en alianzas escuela-familia-territorio, evaluación continua y redes. Integra pilares Unesco (saber, hacer, ser, convivir) y pedagogías colectivas para democratizar la práctica artística y generar impacto social sostenido.

Barrios Orquestados crea orquestas y coros gratuitos en barrios periféricos para favorecer cohesión y desarrollo comunitario. Su metodología integra formación rítmica («número sonoro»), educación vocal y auditiva («tono dinámico») y práctica instrumental grupal, con refuerzo técnico y memoria activa. El canto vertebra el proyecto (Barrios Encantados y Amawad). La participación familiar se articula mediante «sensibilización musical». El programa incluye estudio guiado, encuentros mensuales y conciertos. Sostiene financiación mixta y un equipo interdisciplinar. Impacta en inclusión, redes culturales y proyección del alumnado (cotutorías y acceso a conservatorios).

Acción por la Música, inspirada en El Sistema, impulsa orquestas y coros gratuitos en barrios vulnerados de Madrid para activar procesos de transformación cuyo punto de partida es la dignidad humana. Combina capacitación musical, intervención psicosocial y gestión del impacto, lideradas por Maestros Agentes de Cambio. Sin barreras de acceso, inicia con “orquesta de papel” y garantiza instrumentos mediante un banco propio. El trabajo semanal (4–7 h) sigue una secuencia repertorial con indicadores artístico-socioemocionales. La teoría del cambio ordena resultados individuales, familiares y comunitarios. Retos: dependencia de centros y sostenibilidad; apuesta por redes.

La Música del Reciclaje, impulsada por Ecoembes, combina práctica orquestal y conciencia ambiental para ofrecer segundas oportunidades a infancia y juventud en vulnerabilidad. Con instrumentos construidos o reparados a partir de residuos, orquesta de iniciación y agrupaciones en centros escolares y de acogida, refuerza autoestima, pertenencia y hábitos de trabajo. Metodología práctica: elección y tutoría de instrumento, aprendizaje rítmico-auditivo desde la experiencia, repertorio accesible y escalonado, y “escuela de aprendices”. Impacto: cohesión, participación familiar y acceso a itinerarios musicales formales.

Ubuntu es un proyecto inclusivo de la Orquesta Carlos III que aplica música comunitaria y canto coral para transformar el grupo-clase en más de 70 centros. Culmina en un musical con orquesta profesional en grandes auditorios, tras un curso de trabajo donde toda la clase participa. Combina formación docente, materiales y app propia; durante la COVID-19 se adaptó con recursos digitales y una gala en línea. Su enfoque prioriza inclusión, autoestima, trabajo cooperativo y valores, con metodologías de reto y aprendizaje-servicio. Promueve co-creación con alumnado, genera impacto comunitario y afronta retos de sostenibilidad mediante alianzas públicas y privadas.

Etorkizuna Musikatan es un programa músicosocial gratuito en Ibaiondo (Bilbao) que, inspirado en El Sistema, crea orquestas infantiles y juveniles para fortalecer inclusión y cohesión intercultural. Ofrece banco social de instrumentos y un itinerario estable: clases instrumentales colectivas, práctica orquestal, muestras públicas, expresión corporal y musicoterapia, talleres vacacionales, “Txiki Musika” e iniciativas de tiempo libre con familias. Potencia autoestima, disciplina y capital cultural, y revaloriza los barrios. Alinea su acción con los ODS (4, 5, 10, 11, 12, 16) y teje alianzas (UPV/EHU, AMPAs, Red Música Social) para escalar y sostener el impacto.

Musiquem es un programa músicosocial (UJI–CEIPs Mestre Canós y Censal, desde 2018) que usa la práctica musical grupal y el aprendizaje-servicio para promover inclusión, vínculo comunitario y desarrollo socioemocional. En horario lectivo se crean orquestas escolares (violín/violonchelo) y bandas con metodologías de aprendizaje informal; hay co-docencia, selección de repertorio motivadora, autoevaluación y conciertos. El proyecto investigado por EDARSO cuenta con dotación instrumental, talleres con artistas y adaptación COVID. Aborda retos de agrupamientos y asignación de instrumentos, y se expande con proyectos de salud y nuevas líneas en Censal.

El cierre destaca el valor de los proyectos musicosociales como agentes de democratización cultural y de transformación social, capaces de garantizar acceso a la música y fomentar ciudadanía crítica. Se subraya la importancia de apostar por la calidad, entendida no solo como excelencia interpretativa, sino como procesos que incluyan creación, escucha crítica y disfrute. Se plantea el reto de responder a los desafíos globales con prácticas artísticas que promuevan justicia social y participación comunitaria. El texto reivindica evidencias científicas y comunicación rigurosa, agradeciendo a quienes hacen posible estas iniciativas.